El cerebro necesita naturaleza

central park new york

Via Nextnature nos llega este artículo de Jonah Lehrer, publicado en boston.com

Científicos estadounidenses han empezado a investigar como la ciudad afecta al cerebro, y los resultados son desalentadores: tan solo estar en un entorno urbano menoscaba nuestros procesos mentales básicos. Después de pasar unos pocos minutos en una calle transitada la capacidad del cerebro para memorizar disminuye y se reduce el autocontrol. Ya se sabe que la vida urbana es extresante, este nuevo descubirmiento sugiere que las ciudades menoscaban nuestro pensamiento, a veces de manera espectacular.[…]

Una de las principales fuerzas que intervinen es la presencia mínima de naturaleza, que es sorprendentemente beneficiosa para el cerebro. Estudios han demostrado que los pacientes de un hospital se recuperan más rápido si pueden ver árboles desde sus ventanas y que las mujeres que viven en un bloque de apartamentos tienen mayor capacidad de concentración si desde su casa pueden ver una pradera.  […]

vEste descubrimiento llega en una importante encrucijada histórica: por primera vez, la mayor parte del mundo vive en ciudades. Para una especie que evolucionó viviendo en pequeñas tribus en espacios abiertos pasar a estar encerrados en junglas de hormigón y ladrillo rodeados de tráfico y de desconocidos no podía ser un salto gratuito. En los útlimos años ha quedado claro que esta clase de entorno tiene mportantes implicaciones en nuestra salud mental y física, y puede, en gran manera, alterar nuestra forma de pensar.

Este descubrimiento está llevando a los científicos a mojarse con el diseño urbano (ya que los arquitectos lo hacemos como lo hacemos, solo hay que mirar Alicante) buscando maneras para hacer una ciudad menos dañina al cerebro. Las buenas noticias es que pequeñas alteraciones como plantar más árboles o crear parques urbanos con gran variedad de plantas puede reducir significativamente los efectos de la vida metropolitana. La mente necesita naturaleza, aunque sea solo un poco.[…] sin embargo yo no me conformo solo con un poco, en urbanarbolismo hemos demostrado que mediante un buen diseño urbanístico se puede hacer compatible la ciudad y la naturaleza y ambas pueden convivir de manera simbiótica.

La densidad de la vida metropolitana no solo afecta a la capacidad de concentración sino que también provoca interferencias en nuestra capacidad de autocontrol. En un paseo por una calle transitada el cerebro se ve asaltado por tentaciones – caramelos, iPods, descuentos en unos pantalones vaqueros, zapatillas. Resistir esta tentaciones requiere utilizar el cortez prefrontal, la zona del cerebro detras de los ojos. Desafortunadamente esta es la misma zona del cerebro responsable de la atención directa, debido al paseo esta zona queda sometida a estrés. Como resultado, estamos menos capacitados para autocontrolarnos, es decir, comeremos caramelos y compraremos esas zapatillas que no necesitamos (esta es la estraté que se utiliza en cualquier centro comercial) . Nuestro cerebro tiene una increible capacidad computacional sin embargo es tan fácil de cortocircuitar como dar un paseo por una calle.[…]

Lo cierto es que las conclusiones del artículo son evidentes y desde el primer arquitecto hasta el últmo político todos saben que tienen que plantar árboles (lo hagan o no), quiero ir un poco más allá, no solo basta con plantar árboles, tenemos que plantar ecosistemas y aprender a vivir con ellos.

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